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Hubiera podido quedarme sentada con ella,
escuchando su dulce mu,
pero la vaca de pronto se levantó y se paseó por la casa
y entonces descubrí que no se trataba de una vaca cualquiera,
sino de una vaca que poseía un rojo don mágico:
¡todo lo que la vaca tocaba, instantáneamente se coloreaba de rojo!
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